"La dificultad no debe ser un motivo para desistir sino un estímulo para continuar"

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La novela 5º

LA NOVELA 5º LA NOVELA PICARESCA La novela picaresca es un subgénero literario narrativo en prosa muy característico de la literatura española, aunque trascendió hasta Asia central. Surgió en los años de transición entre el Renacimiento y el Barroco, durante el llamado Siglo de Oro de las letras españolas. La novela picaresca surgió como crítica por un lado de las instituciones degradadas de la España imperial y por otro de las narraciones idealizadoras del Renacimiento: epopeyas, libros de caballerías,novela sentimental y novela pastoril. El fuerte contraste de valores entre los distintos estamentos sociales de la España de la época generó, como respuesta irónica, unas llamadas «antinovelas» de carácter antiheroico, mostrando lo sórdido del momento histórico: las pretensiones de los hidalgos empobrecidos, los miserables desheredados, los falsos religiosos y los conversos marginados. Todos estos se contraponían a los caballeros y burgueses enriquecidos que vivían en otra realidad observada por encima de sus cuellos engolados. Algunos críticos han apuntado que este género es «Un producto pseudoascético, hijo de las circunstancias peculiares del espíritu español, que hace de las confesiones autobiográficas de pecadores escarmentados un instrumento de corrección». En España el género extraía la sustancia moral, social y religiosa del contraste cotidiano entre dos estamentos, el de los nobles y el de los siervos. Durante el siglo XVI comienza a vulgarizarse y degradarse la hidalguía y personajes, como don Quijote o el hidalgo pobre que se hace servir por Lazarillo de Tormes, son ilustraciones de este fenómeno en la literatura española, encontrando también su correlato reflejado por el género teatral del entremés. El humilde guitón, bigardo o pícaro de cocina como tal es un anticaballero errante en una «epopeya del hambre» a través de un mundo miserable, donde solo se sobrevive gracias a la estafa y el engaño y donde toda expectativa de ascenso social es una ilusión; los vagabundeos de un Pablos o de un Guzmán constituyen el contrapunto irónico a los de los valientes caballeros. La vida de Lazarillo de Tormes (1554) es el comienzo de una crítica de los valores dominantes de la honra y de la hipocresía, arraigados en las apariencias, que hallará su culminación y configuración canónica con la Primera parte de Guzmán de Alfarache (1599). Las características de este género literario son las siguientes: El protagonista es un pícaro, de muy bajo rango social o estamento y descendiente de padres sin honor o abiertamente marginales o delincuentes. Perfilándose como un antihéroe, resulta un antípoda al verdadero ideal caballeresco que ya no existe en la sociedad contemporánea. Su aspiración es mejorar su condición social, pero para ello recurre a su astucia y a procedimientos ilegítimos como el engaño y la estafa. Vive al margen de los códigos de honra propios de las clases altas de la sociedad de su época y su libertad es su gran bien, pero también posee una frecuente mala conciencia que, por ejemplo en Guzmán de Alfarache, se extiende a lo largo de páginas y más páginas de consideraciones éticas, morales y religiosas. Estructura de falsa autobiografía. La novela de humor está narrada en primera persona como si el protagonista, un pecador arrepentido y antihéroe, fuera el autor y narrara sus propias aventuras con la intención de moralizar, empezando por su genealogía, antagónica a lo que se supone es la estirpe de un caballero. El pícaro aparece en la novela desde una doble perspectiva: como autor y como actor. Como autor se sitúa en un tiempo presente que mira hacia su pasado y narra una acción cuyo desenlace conoce de antemano. Determinismo. Aunque el pícaro intenta mejorar de condición social, fracasa siempre y nunca dejará de ser un pícaro. Por eso, la estructura de la novela picaresca es normalmente abierta. Las aventuras que se narran podrían continuarse indefinidamente para sugerir que no hay evolución posible que cambie dicha historia. Este paradigma, al que apela Lázaro para justificar sus propios errores y ganarse la simpatía del lector en La vida de Lazarillo de Tormes, fue contestada por Mateo Alemán, Francisco de Quevedo, Miguel de Cervantes y otros autores de narraciones picarescas en años posteriores, puesto que contravenía la doctrina católica del libre albedrío tan importante en la Contrarreforma. Ideología moralizante y pesimista. Cada novela picaresca está narrada desde una perspectiva final de desengaño; vendría a ser un gran «ejemplo» de conducta aberrante que, sistemáticamente, resulta castigada. La picaresca está muy influida por la retórica sacra de la época, basada en muchos casos, en la predicación de «ejemplos», en los que se narra la conducta descarriada de un individuo que, finalmente, es castigado o se arrepiente. Intención satírica y estructura itinerante. La sociedad es criticada en todas sus capas, a través de las cuales deambula el protagonista en una estructura itinerante en la que se pone al servicio cada vez de un elemento representativo de cada una. De ese modo el pícaro asiste como espectador privilegiado a la hipocresía que representa cada uno de sus poderosos dueños, a los que critica desde su condición de desheredado porque no dan ejemplo de lo que deben ser. Realismo, incluso naturalismo al describir algunos de los aspectos más desagradables de la realidad, que nunca se presentará como idealizada sino como burla o desengaño. El protagonista es un pícaro sin oficio, este vive de pequeños hurtos y no tiene conciencia moral. El protagonista sirve a varios amos, lo cual concede al protagonista vistas de lacras sociales, principal objetivo de las novelas picarescas. El protagonista no tiene origenes nobles. De la fábula milesia y la novela griega Vida de Esopo proviene un elemento satírico que ha sido una constante en la literatura universal. Aparece en el Satyricón de Petronio y sobre todo en El asno de oro de Lucio Apuleyo, así como en otras obras clásicas, pero también en la Edad Media a través de la literatura goliardesca, uno de cuyos representantes hispánicos es Juan Ruiz, arcipreste de Hita, y su Libro de buen amor; en las maqamat árabes configuradas como género a fines del siglo X por el persa Al Hamadani; en los fabliaux franceses; en la novela en verso Espill (Espejo, 1460), del valenciano Jaume Roig; en las aventuras folclóricas del astuto campesino medieval Till Eulenspiegel recopiladas por primera vez en 1515 en una antología alemana, probablemente basada en un original más antiguo de la Baja Sajonia; en algunas de las novelle de Giovanni Boccaccio y en el Arcipreste de Talavera Alfonso Martínez de Toledo; en La Celestina de Fernando de Rojas y sobre todo sus continuaciones, entre las que destaca la de Feliciano de Silva; en las autobiografías y biografías de criminales estudiadas por Parker, en La lozana andaluza de Francisco Delicado, en El momo de León Battista Alberti, etcétera. Pero la trayectoria canónica del género en España es la siguiente: Anónimo, La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades (1554). Mateo Alemán, Guzmán de Alfarache (1599 y 1604). Juan Martí, Segunda parte del Guzmán de Alfarache (1603), apócrifo. Francisco de Quevedo, La vida del Buscón (1604-1620), impreso en 1626. Gregorio González, El guitón Honofre (1604). Francisco López de Úbeda, Libro de entretenimiento de la pícara Justina (1605). Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo, La hija de la Celestina (1612), La ingeniosa Elena (1614), refundición y ampliación de la anterior, El sagaz Estacio y El sutil cordobés Pedro de Urdemalas (1620). Vicente Espinel, Relaciones de la vida del escudero Marcos de Obregón (1618). Carlos García, La desordenada codicia de los bienes ajenos (1619). Juan de Luna, Segunda parte de la vida de Lazarillo de Tormes, sacada de las corónicas antiguas de Toledo (1620). Juan Cortés de Tolosa, Lazarillo de Manzanares, con otras cinco novelas (1620). Jerónimo de Alcalá, Alonso, mozo de muchos amos o El donado hablador (1624 y 1626). Alonso Castillo Solórzano, Harpías de Madrid y coches de las estafas (1631); La niña de los embustes, Teresa del Manzanares, natural de Madrid (1632); Aventuras del bachiller Trapaza, quintaesencia de embusteros y maestro de embelecadores (1637); La garduña de Sevilla y anzuelo de las bolsas (1642), Antonio Enríquez Gómez, Vida de don Gregorio Guadaña (1644). Atribuido a Gabriel de la Vega, La vida y hechos de Estebanillo González, hombre de buen humor, compuesto por él mesmo (1646). Félix Machado de Silva y Castro, Tercera parte de Guzmán de Alfarache (1650) Francisco Santos, Periquillo el de las gallineras (1668). Obras asimilables al género, pero que no comparten todas sus características, son Rinconete y Cortadillo de Miguel de Cervantes, El diablo Cojuelo de Luis Vélez de Guevara, El viaje entretenido (1603) de Agustín de Rojas Villandrando, La varia fortuna del soldado Píndaro (1626) de Gonzalo de Céspedes y Meneses, las novelas cortesanas con matices picarescos Las harpías de Madrid y coche de las estafas (1631), La niña de los embustes, Teresa de Manzanares, Aventuras del bachiller Trapaza y su continuación La garduña de Sevilla y anzuelo de las bolsas (1642) de Alonso de Castillo Solórzano, Los antojos de mejor vista de Rodrigo Fernández de Ribera, El castigo de la miseria de María de Zayas y Sotomayor; muy próximos al costumbrismo están Antonio Liñán y Verdugo con sus Avisos y guía de forasteros que vienen a la corte (1620) y El día de fiesta por la tarde de Juan de Zabaleta, que describen una serie de tipos sospechosos de la sociedad madrileña de la época; de sesgo más autobiográfico que picaresco es la Vida de Diego de Torres y Villarroel. La comedia histórica de José de Cañizares, El picarillo de España, señor de la Gran Canaria, tiene elementos picarescos también. Una derivación hispanoamericana de la picaresca española es El Periquillo Sarniento (1816), de José Joaquín Fernández de Lizardi, y El lazarillo de ciegos caminantes desde Buenos Aires hasta Lima (Gijón, 1773), narración de elementos picarescos compuesta por Concolorcorvo, pseudónimo de Alonso Carrió de la Vandera (1715-1783). Ya modernamente hay que mencionar el pastiche Nuevas andanzas y desventuras de Lázaro de Tormes (1944) de Camilo José Cela y sobre todo el Peralvillo de Omaña (1921) de David Rubio Calzada.

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